sábado, 8 de noviembre de 2014

¿EXISTE EL MAL, EL INFIERNO?

¿EXISTE EL MAL, EL INFIERNO?

lunes, 2 de mayo del 2011 a las 20:33

¿Existe el mal? El profesor universitario retó a sus alumnos con esta pregunta."¿Dios creó todo lo que existe?"
Un estudiante contestó valiente: Sí, lo hizo. ¿Dios creó todo?: Sí señor, respondió el joven.
El profesor contestó, "Si Dios creó todo, entonces Dios hizo al mal, pues el mal existe, y bajo el precepto de que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos, entonces Dios es malo".
El estudiante se quedó callado ante tal respuesta y el profesor, feliz, se jactaba de haber probado una vez más que la fe Cristiana era un mito.
Otro estudiante levantó su mano y dijo: ¿Puedo hacer una pregunta, profesor?

Por supuesto, respondió el profesor.
El joven se puso de pie y preguntó: ¿Profesor, existe el frío?,
¿Qué pregunta es esa? Por supuesto que existe, ¿acaso usted no ha tenido frío?.
El muchacho respondió: De hecho, señor, el frío no existe. Según las leyes de la Física, lo que consideramos frío, en realidad es
ausencia de calor. "Todo cuerpo u objeto es susceptible de estudio cuando tiene o transmite energía, el calor es lo que hace que dicho cuerpo tenga o transmita energía.
El cero absoluto es la ausencia total y absoluta de calor, todos los cuerpos se vuelven inertes, incapaces de reaccionar, pero el frío no existe. Hemos creado ese término para describir cómo nos sentimos si no tenemos
calor".
Y, ¿existe la oscuridad? Continuó el estudiante.

El profesor respondió: Por supuesto.
El estudiante contestó: Nuevamente se equivoca, señor, la oscuridad tampoco existe. La oscuridad es en realidad ausencia de luz. La luz se puede estudiar, la oscuridad no, incluso existe el prisma de Nichols para descomponer la luz blanca en los varios colores en que está compuesta, con sus diferentes longitudes de onda. La oscuridad no.
Un simple rayo de luz rasga las tinieblas e ilumina la superficie donde termina el haz de luz. ¿Cómo puede saber cuan oscuro está un espacio determinado?
Con base en la cantidad de luz presente en ese espacio, ¿no es así? Oscuridad es un término que el hombre ha desarrollado para describirlo que sucede cuando no hay luz presente.
Finalmente, el joven preguntó al profesor: señor, ¿existe el mal?.

El profesor respondió: Por supuesto que existe, como lo mencioné al principio, vemos violaciones, crímenes y violencia en todo el mundo, esas cosas son del mal.
A lo que el estudiante respondió: El mal no existe, señor, o al menos no existe por si mismo. El mal es simplemente la ausencia de Dios, es, al igual que los casos anteriores un término que el hombre ha creado para describir esa ausencia de Dios. Dios no creó al mal. No es como la fe o el amor, que existen como existe el calor y la luz.
El mal es el resultado de que la humanidad no tenga a Dios presente en sus corazones Es como resulta el frío cuando no hay calor, o la oscuridad cuando no hay luz. Entonces el profesor, después de asentar con la cabeza, se quedó callado.
EL JOVEN SE LLAMABA ALBERT EINSTEIN

Sin embargo, no hay víctimas en el mundo; ni malvados. Ni tampoco sois víctimas de las decisiones de los demás. En un determinado nivel, habéis creado todo aquello que decís que aborrecéis; y, al haberlo creado, lo habéis elegido.
El malestar y la enfermedad son los contrarios de la salud y el bienestar, y se manifiestan en vuestra realidad a petición vuestra. No podéis caer enfermos si a un determinado nivel no lo provocáis vosotros mismos, y podéis estar bien de nuevo en un cierto momento simplemente decidiendo estarlo. Los estados de profunda frustración personal son respuestas que habéis elegido, y las calamidades mundiales son el resultado de la conciencia mundial.

Tu pregunta implica que yo decido tales acontecimientos, que ocurrirían por Mi voluntad y Mi deseo. Pero Yo no provoco estas cosas; simplemente os observo a vosotros hacerlo. Y no hago nada para detenerlas, porque obrar así sería coartar vuestra voluntad. Además, ello os privaría de la experiencia de Dios, que es la experiencia que vosotros y Yo hemos elegido juntos.

No condenes, pues, todo aquello que llamarías malo en el mundo. En lugar de ello, pregúntate qué es lo que consideras malo y, en su caso qué puedes hacer para cambiarlo.

¿Estás diciendo que no debo sentirme mal al pensar en los niños que mueren de hambre en África, la violencia y la injusticia en América, o el terremoto que mata a centenares de personas en Brasil?

En el mundo de Dios no existen los «debo» ni los «no debo». Haz lo que quieras hacer. Haz aquello que constituya tu reflejo, aquello que te represente como una versión más magnífica de Ti mismo. Si quieres sentirte mal, siéntete mal.
Pero no juzgues ni condenes, puesto que no sabes por qué ocurren las cosas, ni con qué fin.
Y recuerda esto: aquello que condenes te condenará, y un día serás aquello que juzgas.
Trata, más bien, de cambiar -o ayudar a quienes lo están cambiando- aquello que ha dejado de reflejar vuestro más alto sentido de Quienes Sois.
No obstante, bendícelo todo, pues todo es creación de Dios, a través de la vida, que constituye la más alta creación.
¿EXISTE EL INFIERNO?

El infierno existe, pero no es como vosotros pensáis, y no lo habéis experimentado por las razones que te he dado.
¿Qué es el infierno?

Es la experiencia del peor resultado posible de vuestras elecciones, decisiones y creaciones. Es la consecuencia natural de cualquier pensamiento que Me niegue, o niegue Quiénes Sois en relación a Mí.
Es el dolor que sufrís a causa de un pensamiento equivocado. Pero el término «pensamiento equivocado» tampoco es apropiado, ya que no existe nada que sea equivocado.

El infierno es lo opuesto a la alegría. Es la insatisfacción. Es saber Quiénes y Qué sois, y fracasar a la hora de experimentarlo. Es ser menos. Eso es el infierno, y no hay ninguno mayor para vuestra alma.
Pero el infierno no existe como ese lugar que habéis imaginado, donde os quemáis en un fuego eterno, o como una forma de tormento perpetuo. ¿Qué podría pretender Yo con eso?

Incluso si Yo sostuviera la idea, extraordinariamente malvada, de que no os «merecíais» el cielo, ¿por qué habría de tener la necesidad de buscar algún tipo de venganza, o castigo, por vuestra falta? ¿No sería para Mí mucho más sencillo simplemente deshacerme de vosotros? ¿Qué vengativa parte de Mí necesitaría someteros a un sufrimiento eterno de un tipo y una intensidad más allá de cualquier descripción?

Si me contestas que la necesidad de justicia, ¿no sería suficientemente justo la simple negación de la comunión Conmigo en el cielo? ¿Hace falta también infligir un dolor sin fin?

Te digo que después de la muerte no hay ninguna experiencia semejante a la que habéis elaborado en vuestras teologías, basadas en el temor. Pero sí existe la experiencia del alma tan infeliz, tan incompleta, tan inferior al todo, tan separada de la inmensa alegría de Dios, que para vuestra alma eso sería el infierno.

Pero deja que te diga que Yo no os envío ahí; ni tampoco soy la causa de que esa experiencia os aflija. Sois vosotros, vosotros mismos, quienes creáis esa experiencia, cada vez y en cada ocasión que alejáis vuestro Yo de vuestro pensamiento más alto sobre vosotros. Sois vosotros, vosotros mismos, quienes creáis la experiencia cada vez que rechazáis a vuestro Yo; cada vez que negáis Quiénes y Qué Sois Realmente.

Pero ni siquiera esta experiencia es eterna. No puede serlo, puesto que no forma parte de Mi plan que permanezcáis separados de Mí para siempre. En realidad, una cosa así es una imposibilidad: para que algo así sucediera, no sólo vosotros habríais de negar Quiénes Sois; también habría de hacerlo Yo. Y eso no lo haré nunca. Y mientras uno de nosotros mantenga la verdad acerca de vosotros, dicha verdad prevalecerá finalmente.

Pero si no hay infierno, ¿significa eso que puedo hacer lo que quiera, actuar como desee, realizar cualquier acción, sin temor a un castigo?

¿Necesitas el temor para poder ser, hacer y tener aquello que es intrínsecamente justo? ¿Necesitas sentirte amenazado para «ser bueno»? ¿Y qué es «ser bueno»? ¿Quién tiene la última palabra respecto a eso? ¿Quién establece las pautas? ¿Quién hace las normas?

Déjame que te diga algo: cada uno de vosotros es quien hace sus propias normas. Cada uno de vosotros establece las pautas. Y cada uno de vosotros decide si lo que ha hecho es bueno, si lo que hace es bueno, ya que cada uno de vosotros es el único que ha decidido Quién y Qué Es Realmente, y Quién Quiere Ser. Y cada uno de vosotros es el único que puede establecer si lo que hace es bueno.
Ningún otro os juzgará nunca, ya que ¿por qué, y cómo, podría Dios juzgar su propia creación y decir que es mala? Si Yo quisiera que fuerais perfectos y obrarais siempre de manera perfecta, os habría dejado en el estado de total perfección del que procedéis. El fin último del proceso era que os descubrierais a vosotros mismos, que os crearais a Vosotros mismos, tal como realmente sois, y como realmente deseáis ser. Pero no podíais serlo a menos que tuvierais también la posibilidad de ser otra cosa distinta.
¿Debo, entonces, castigaros por realizar una elección que Yo Mismo he puesto a vuestro alcance? Y si Yo no quisiera que dispusierais de esa segunda posibilidad, ¿para qué habría de crear otra que no fuera la primera?

Esta es la pregunta que debéis haceros antes de atribuirme el papel de un Dios que condena. La respuesta directa a tu pregunta es que sí: puedes hacer lo que quieras sin temor al castigo. Sin embargo, puede resultarte útil ser consciente de las consecuencias.
Las consecuencias son los resultados naturales. No tienen nada que ver con los castigos. Son simplemente resultados: lo que resulta de la aplicación natural de las leyes naturales; lo que ocurre -de manera totalmente predecible- como consecuencia de lo que ha ocurrido.

Toda la vida física funciona según las leyes naturales. Cuando recordéis estas leyes, y las apliquéis, lograréis dominar la vida a nivel físico.
Lo que a vosotros os parece un castigo -o aquello a lo que llamaríais el mal, o la mala fortuna-, no es sino una ley natural manifestándose por sí misma.

Si queremos el bien, tenemos que hacerlo libremente. Dios no nos fuerza a hacerlo. Quiere nuestro amor libre. ¿De qué le sirve un amor obligado?

¿Por qué existe el mal (AUSENCIA DE DIOS EN NUESTROS CORAZONES?
¿Quisieramos que no existiese el mal (ESA AUSENCIA DE DIOS?

Esto puede ser posible, sí, pero no depende de Dios. Dios es bueno, y perfecto, y hace todo así. Estas son las palabras del Génesis: “Y vio Dios que todo era bueno”. Dios creo al hombre libre, es decir, con el poder de decidir lo que hacemos, con el poder de hacer el bien o hacer el mal. Porque nos creó con una alma, nos da la libertad de hacer el bien o el mal. Tan grande es su amor que no interrumpe nuestra libertad. Quiere que nuestras buenas acciones y nuestro amor sean puros, auténticos y reales, y que vengan de nosotros mismos libremente.

Hay que distinguir entre el mal físico y el mal moral. El primero se origina cuando se cruzan y "chocan" fuerzas físicas y químicas que existen independientemente de nuestro querer. Si conociésemos todas esas leyes se podrían evitar muchas catástrofes, pero es claro que no siempre controlamos todo lo que va a ocurrir (el rayo que caerá cerca de casa, la bacteria que se difunde por todos lados, el mosquito que transmite la malaria, el terremoto que derrumba cientos de casas).

Existe otro mal que depende de cada uno: el mal moral. Este mal nace cuando usamos nuestra libertad no para hacer el bien, sino para buscar un fin egoísta que implica dañar a otros. Este mal es la fuente de muchos dolores y angustias de la humanidad. Dios, sin embargo, no puede impedirlo, pues, de lo contrario, tendría que quitarnos la libertad.

Desde luego, es muy alto el riesgo que nace de esa libertad, pues permite que puedan existir hombres como Hitler, Stalin o Mao. Pero no hemos de olvidar que esa misma libertad es la que hace que puedan existir también un Francisco de Asís, una Madre Teresa de Calcuta, un Papa Juan Pablo II. A cada uno le toca decidir de qué lado se va a colocar en la historia de la lucha entre el bien y el mal. Desde que Cristo vino al mundo, la opción por el bien es posible para todos: basta con dejarnos tocar por su amor redentor.

Pero... ¿Por qué un Dios bueno permite el sufrimiento de los niños y de los inocentes?

Si queremos luchar contra el mal y desterrarlo del mundo, debemos comenzar por nosotros mismos. Somos los responsables de quitarlo del mundo, y lo haremos contraponiéndole el bien. Cristo, con su amor a nosotros hasta la muerte a la cruz, nos muestra que el sufrimiento es inevitable en esta vida, pero que puede ser una cosa buena, y hasta causa de redención eterna. Si queremos el bien, tenemos que hacerlo libremente. Dios no nos fuerza a hacerlo. Quiere nuestro amor libre. ¿De qué le sirve un amor obligado?
  • cabm1977 HOLA! GRACIAS POR COMPARTIR ESTA INFORMACION...EN MI CASO ME HA HECHO REFLEXIONAR SOBRE MUCHAS COSAS...UNO MISMO DECIDE SU VIDA...Y UNO MISMO DECIDE TENER A DIOS O NO EN ELLA. CUIDATE, ABRAZOS.
    jueves, 5 de mayo del 2011 a las 15:31
  • jazzfusion01 Comparto tu pensamiento, todo lo que mueve al mundo es el amor, pero para poder valor este, es necesario conocer la contraparte, el no amor, o la ausencia de DIOS, como lo dice el artículo, que es dónde radica el mal, que tambien es necesario que exista, de lo contarios no podriamos valorar las cosas buenas de la vida. Precisamente, al tener la capacida de discernir entre una cosa y otra, es dònde radica el ejercicio del libre albedrío.
    Por ende, todos tenemos la libertad de escoger, al amor o el no amor, y en este segundo, que es la idea màs baja, màs no equivocada, ya que todo tiene un porque, es dónde radica el Infierno, en nuestra peores desiciones. Muchas gracias por el comentarios, Excelente. UN ABRAZO. 

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